18 de Mayo, hace 28 años
Mike miró a su esposa, Lu preparaba el desayuno de gachas de avena. Era una mañana preciosa la de aquel domingo en el "Valle de los Gigantes" en la ladera del Monte Black. Su hija Bonnie, de 4 años, jugaba con Terra, su hermanita pequeña de apenas 3 meses, y le contaba a su peculiar manera cómo se utilizaban los diversos utensilios de camping que había esparcidos por enrededor. Bonnie estaba feliz, casi sobreexcitada, era normal teniendo en cuenta que era la primera vez que pasaba la noche en una tienda de campaña. Mike se sonrió, adoraba a sus hijas y le encantaba estar allí, era uno de sus sitios preferidos en Green River Valley.
Los milenarios árboles, algunos de más de dos metros de diámetro, hacían honor al nombre del lugar y se levantaban como torres hacia el cielo. Su vista se dirigió al abandonado refugio de cazadores de alces junto al que habían acampado. "No tardará en desmoronarse, la hiedra crecerá sobre las piedras y entonces nadie sabrá que este sitio estuvo aquí", pensó mientras tomaba una foto con su cámara para la posteridad. Conocía el refugio desde hacía tiempo, y le habían dicho que no lejos de allí era posible encontrar una mina abandonada. Precisamente eso les había hecho decidirse por aquel sitio, total, no era un hiking muy largo desde el coche: unos 5 kilómetros, no más de hora y media con las niñas; y la oportunidad y aventura de descubir una mina abandonada era demasiado atractiva como para despreciarla.
Sobre las copas de los arboles el día era claro y el cielo de un intenso color azul... pero Mike se sentía intranquilo, algo no era normal y no sabía decir el qué. Entonces reparó en lo que le extrañaba... todo estaba en calma, en demasiada calma, no era capaz de oir a ningún pájaro cantando de hecho. Nada de nada.
Justo cuando iba a comentárselo a Lu empezó el ruido: un sonido grave, retumbante. Casi inmediatamente empezaron a notar las sacudidas de lo que parecía un terremoto. Se apresuró a reunirse con su familia y cogío a Terra en brazos. Los oidos empezaron a dolerle, la presión atmosférica parecía acrecentárse por momentos. "Traga, traga!" le dijo a Lu, Bonnie estaba asustada agarrada al pantalón de su madre "traga Bonnie cariño...". La presión iba en auménto y el mismo tuvo que tragar varias veces y aún así los oidos le molestaban, protestando por le súbito cambio. Terra rompió a llorar.
"Dios mio, que está pasando?" preguntó Lu. Habrian pasado 30 segundos desde que el ruido empezó a oirse. Mike miró de nuevo hacia el cielo, impelido a buscar respuesta a la pregunta de su esposa, y entonces lo vió. Una columna enorme de ceniza negra empezaba a asomar por la cresta del Monte Black. "Es una erupción Lu!, corre, toma a Terra, recoge las cosas, corre!" apremió. Lu tardó unos momentos en reaccinar. Mike cogió la cámara y corrió hacia un claro en el bosque a poco más de 40 metros de donde se encontraban. Oyo a Lu que le gritaba pero no entendió lo que decía "Recoge, recoge ya!" grito de nuevo. Cuando llegó al claro vió la nube avanzar ladera abajo. Era descomunal, negra, viva, y se movía endiabladamente rápido. Levantó la cámara y tomo una foto, otra, otra, así hasta 12 antes de que el miedo y la razón le hicieran volver al campamento. Ayudó a su esposa a terminar de meter las cosas dentro de la tienda y corrieron hacia la cabina de madera a buscar refugio.
Una vez allí se acurruron en una esquina, el estruendo estaba cada vez más cerca y él les cogió de la cabeza, intentando abarcarlos con sus brazos para protegrerlos futilmente de lo que estaba por llegar. "Dios, haz que el refugio aguante" imploró para si. Los segundos se hicieron interminables. Como cuando esperas algo inminente y no termina de llegar. Y entonces llegó. La luz desapareció y se vió reemplazada por una oscuridad total. El viento silbó con violencia e hizo zozobrar toda la cabaña. Los cristales aguantaron, pero las cenizas se colaban por todas partes por los agujeros y grietas de la cabina. El estruendo era horroroso, el calor sofocante hasta el punto de quemar en el paladar y en las fosas nasales. El golpe de aire termino tan pronto como llegó, pero el ruido se mantuvo. Mike encendió la linterna que llevaba con él. Apenas podía ver la cara de su esposa a su lado, y ni hablar del espacio donde se encontraban. La negrura lo había invadido todo y las cenizas y el humo se metían en los ojos haciéndole llorar. "Tapa a Terra!" le grito a su mujer sobre el ruido, y le alcanzó un plastico que vió a sus pies con la linterna. Su mujer no le oyó, pero pareció entenderle, arrebujó a su pequeña que lloraba desconsoladamente con las mantas y la puso el plastico por encima.
Empezaron a toser descontroladamente. Tenía que hacer algo, el ambiente era irrespirable, el humo y las cenizas amenazaban con ahogarlos a todos si la cosa seguí así. Se palpo la cintura, allí estaba la cantimplora colgada. Tuvo una idea, se quitó una de la botas y se sacó el calcetin. Tomó un trado de agua y después lo empapó con agua de la cantimplora y empezó a respirar a través de él. Olía a rancio, pero se podía respirar, y el picor de garganta fué cediendo. Se quitó la otra bota e hizo lo mismo con el otro calcetin, dándoselo a su mujer e indicándola que hiciera lo propio con Bonnie. Bebieron agua e hicieron beber agua a Terra, que bajo el plasticos seguía llorando.
Perdieron la cuenta del tiempo. Terra se quedó dormida después de llorar por más de media hora, agotada. Seguian respirando a través de los calcetines, aunque lo peor ya había pasado. A través de las ventanas empezaron a distinguir un poco de luz, muy debil al principio, pero que se iba acrecentando a medida que pasaban los minutos hasta que se quedó en una luminosidad de carácter lechoso, irreal. El viento había cesado totalmente y veían las cenizas posarse poco a poco en el suelo. "Es la nieve del demonio" dijo Bonnie quedamente con su vocecita. . .
Por fin se atrevieron a salir, había pasado una hora. Todo estaba cubierto por una capa de más de 20 centímetros de ceniza. Un universo gris. Recogieron el campamento tan aprisa como pudieron con la intención de llegar al coche y marcharse de allí, y con las mochilas a la espalda y cargando con sus hijas Mike y Lu comenzaron a andar por el bosque penosamente. Las cenizas habían borrado cualquier rastro del camino que les había llevado alli, y Mike se dejaba llevar por los recuerdos de decenas de veces anteriores y por la intuición. Salvo la capa de ceniza el bosque parecía intacto. Pronto los arboles caidos de alrededor les indicaron que habían perdido el camino y la familia dirigió sus pasos hacia el fondo del valle, donde tarde o temprano encontrarian el green river, y siguiéndolo la carretera donde habían dejado el coche. Las cenizas que se levantaban con su paso les invadían las fosas nasales y aveces se metían en lo ojos y los dejaba virtualmente ciegos y llorosos durante un buen rato.
Llegaron al rio por la tarde totalmente exhaustos. El encuentro fué poco alentador: Green River parecía cemento líquido.
Sacando fuerzas de flaqueza continuaron adelante, mientra agotaban el poco agua que les quedaba en las cantimploras refrescando sus secas gargantas. Bonnie se había portado como una valiente, pero la extenuación hacía presa en ella también. Estaba taciturna y con la mirada vacia. Al final de la tarde salieron de la sombra de Black Mountain, y el espectáculo se tornó todavía más desolador. Una barrera infranqueable de cientos de miles de árboles, hasta donde alcanzaba la vista, yacian tumbados en el suelo, arrancados de raiz, sin hojas, esqueletos enormes de lo que horas antes había sido un antiguo bosque. El olor a humo era muy intenso. Hacia el sur se veía una columna gigantesca que se elevaba hacia el cielo decenas de kilómetros. El cielo estaba cargado de electricidad estática, y se veían relámpagos constantemente hendiendo el aire. La visión era dantésca. Aquello era verdaderamente el infierno en la tierra.
Era imposible seguir por aquella ruta, y además se les había agotado el agua. Mike y Lu decidieron abortar la idea de llegar al coche y desesperados montaron la tienda allí mismo. Fué una decisión muy dura pero la única que tenían fuerzas para tomar. Intentaron filtrar un poco de agua del rio a la cantimplora con un pañuelo, pero no lograron gran cosa. Se dispusieron a pasar la noche, con el miedo atenazándoles los corazones cada vez que oían los chasquidos de los relámpagos, ante la creciente posibilidad de que una chispa iniciase un incendio nocturno del que iba a ser imposible escapar. Terra no lloró, nadie lloró esa noche. Mike y Lu intentaron toda la noche animar a su hija de 4 años con creciente preocupación, Bonney parecía haberse sumido en un estado de shock...
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El 18 de Mayo, hace 28 años el Monte Saint Helens, un estratovolcan situado a 158 kilómetros al sureste de Seattle entro en erupción.
Dicha erupción volcánica fue la más mortífera y económicamente destructora en la historia de los EE.UU. Una gigantesca explosión con una energía equivalente a 500 bombas nucleares arrancó buena parte de la cumbre, reduciéndola en 4oo metros desde los 2.950 originales, y reemplazándola con un cráter en forma de herradura de 1,5 km de ancho. La masiva avalancha de escombros que sobrevino fue de hasta 2,3 km3 en volumen, convirtiéndola en la mayor en la historia registrada.
La familia Moore se salvó por que el Pico Minnie y el Monte Black actuaron de pantallas frente a la nube piroplástica, pero 57 personas murieron por la erupción, así como miles de animales, muchos de ellos muy cerca de donde ellos habían acampado. Green River Valley se encontraba 2 valles más allá del Monte St. Helens, a más de 20 kilómetros, y la zona estába fuera del límite acordonado por las autoridades ante un posible erupción del activo volcan. Era un lugar razonablemente seguro.
Mike y su familia consiguieron sobrevivir a la noche y al día siguente encontraron un riachuelo con agua lo suficientemente limpia como para prepararse una comida y saciar su sed. Por la tarde del segundo día, 3o horas después de la explosión fueron rescatados por un helicoptero.
Os recomiendo el siguiente artículo de la wiki sobre la erupción de 1980, es muy interesante y bastante bueno.
Los milenarios árboles, algunos de más de dos metros de diámetro, hacían honor al nombre del lugar y se levantaban como torres hacia el cielo. Su vista se dirigió al abandonado refugio de cazadores de alces junto al que habían acampado. "No tardará en desmoronarse, la hiedra crecerá sobre las piedras y entonces nadie sabrá que este sitio estuvo aquí", pensó mientras tomaba una foto con su cámara para la posteridad. Conocía el refugio desde hacía tiempo, y le habían dicho que no lejos de allí era posible encontrar una mina abandonada. Precisamente eso les había hecho decidirse por aquel sitio, total, no era un hiking muy largo desde el coche: unos 5 kilómetros, no más de hora y media con las niñas; y la oportunidad y aventura de descubir una mina abandonada era demasiado atractiva como para despreciarla.
Sobre las copas de los arboles el día era claro y el cielo de un intenso color azul... pero Mike se sentía intranquilo, algo no era normal y no sabía decir el qué. Entonces reparó en lo que le extrañaba... todo estaba en calma, en demasiada calma, no era capaz de oir a ningún pájaro cantando de hecho. Nada de nada.
Justo cuando iba a comentárselo a Lu empezó el ruido: un sonido grave, retumbante. Casi inmediatamente empezaron a notar las sacudidas de lo que parecía un terremoto. Se apresuró a reunirse con su familia y cogío a Terra en brazos. Los oidos empezaron a dolerle, la presión atmosférica parecía acrecentárse por momentos. "Traga, traga!" le dijo a Lu, Bonnie estaba asustada agarrada al pantalón de su madre "traga Bonnie cariño...". La presión iba en auménto y el mismo tuvo que tragar varias veces y aún así los oidos le molestaban, protestando por le súbito cambio. Terra rompió a llorar.
"Dios mio, que está pasando?" preguntó Lu. Habrian pasado 30 segundos desde que el ruido empezó a oirse. Mike miró de nuevo hacia el cielo, impelido a buscar respuesta a la pregunta de su esposa, y entonces lo vió. Una columna enorme de ceniza negra empezaba a asomar por la cresta del Monte Black. "Es una erupción Lu!, corre, toma a Terra, recoge las cosas, corre!" apremió. Lu tardó unos momentos en reaccinar. Mike cogió la cámara y corrió hacia un claro en el bosque a poco más de 40 metros de donde se encontraban. Oyo a Lu que le gritaba pero no entendió lo que decía "Recoge, recoge ya!" grito de nuevo. Cuando llegó al claro vió la nube avanzar ladera abajo. Era descomunal, negra, viva, y se movía endiabladamente rápido. Levantó la cámara y tomo una foto, otra, otra, así hasta 12 antes de que el miedo y la razón le hicieran volver al campamento. Ayudó a su esposa a terminar de meter las cosas dentro de la tienda y corrieron hacia la cabina de madera a buscar refugio.
Una vez allí se acurruron en una esquina, el estruendo estaba cada vez más cerca y él les cogió de la cabeza, intentando abarcarlos con sus brazos para protegrerlos futilmente de lo que estaba por llegar. "Dios, haz que el refugio aguante" imploró para si. Los segundos se hicieron interminables. Como cuando esperas algo inminente y no termina de llegar. Y entonces llegó. La luz desapareció y se vió reemplazada por una oscuridad total. El viento silbó con violencia e hizo zozobrar toda la cabaña. Los cristales aguantaron, pero las cenizas se colaban por todas partes por los agujeros y grietas de la cabina. El estruendo era horroroso, el calor sofocante hasta el punto de quemar en el paladar y en las fosas nasales. El golpe de aire termino tan pronto como llegó, pero el ruido se mantuvo. Mike encendió la linterna que llevaba con él. Apenas podía ver la cara de su esposa a su lado, y ni hablar del espacio donde se encontraban. La negrura lo había invadido todo y las cenizas y el humo se metían en los ojos haciéndole llorar. "Tapa a Terra!" le grito a su mujer sobre el ruido, y le alcanzó un plastico que vió a sus pies con la linterna. Su mujer no le oyó, pero pareció entenderle, arrebujó a su pequeña que lloraba desconsoladamente con las mantas y la puso el plastico por encima.
Empezaron a toser descontroladamente. Tenía que hacer algo, el ambiente era irrespirable, el humo y las cenizas amenazaban con ahogarlos a todos si la cosa seguí así. Se palpo la cintura, allí estaba la cantimplora colgada. Tuvo una idea, se quitó una de la botas y se sacó el calcetin. Tomó un trado de agua y después lo empapó con agua de la cantimplora y empezó a respirar a través de él. Olía a rancio, pero se podía respirar, y el picor de garganta fué cediendo. Se quitó la otra bota e hizo lo mismo con el otro calcetin, dándoselo a su mujer e indicándola que hiciera lo propio con Bonnie. Bebieron agua e hicieron beber agua a Terra, que bajo el plasticos seguía llorando.
Perdieron la cuenta del tiempo. Terra se quedó dormida después de llorar por más de media hora, agotada. Seguian respirando a través de los calcetines, aunque lo peor ya había pasado. A través de las ventanas empezaron a distinguir un poco de luz, muy debil al principio, pero que se iba acrecentando a medida que pasaban los minutos hasta que se quedó en una luminosidad de carácter lechoso, irreal. El viento había cesado totalmente y veían las cenizas posarse poco a poco en el suelo. "Es la nieve del demonio" dijo Bonnie quedamente con su vocecita. . .
Por fin se atrevieron a salir, había pasado una hora. Todo estaba cubierto por una capa de más de 20 centímetros de ceniza. Un universo gris. Recogieron el campamento tan aprisa como pudieron con la intención de llegar al coche y marcharse de allí, y con las mochilas a la espalda y cargando con sus hijas Mike y Lu comenzaron a andar por el bosque penosamente. Las cenizas habían borrado cualquier rastro del camino que les había llevado alli, y Mike se dejaba llevar por los recuerdos de decenas de veces anteriores y por la intuición. Salvo la capa de ceniza el bosque parecía intacto. Pronto los arboles caidos de alrededor les indicaron que habían perdido el camino y la familia dirigió sus pasos hacia el fondo del valle, donde tarde o temprano encontrarian el green river, y siguiéndolo la carretera donde habían dejado el coche. Las cenizas que se levantaban con su paso les invadían las fosas nasales y aveces se metían en lo ojos y los dejaba virtualmente ciegos y llorosos durante un buen rato.
Llegaron al rio por la tarde totalmente exhaustos. El encuentro fué poco alentador: Green River parecía cemento líquido.
Sacando fuerzas de flaqueza continuaron adelante, mientra agotaban el poco agua que les quedaba en las cantimploras refrescando sus secas gargantas. Bonnie se había portado como una valiente, pero la extenuación hacía presa en ella también. Estaba taciturna y con la mirada vacia. Al final de la tarde salieron de la sombra de Black Mountain, y el espectáculo se tornó todavía más desolador. Una barrera infranqueable de cientos de miles de árboles, hasta donde alcanzaba la vista, yacian tumbados en el suelo, arrancados de raiz, sin hojas, esqueletos enormes de lo que horas antes había sido un antiguo bosque. El olor a humo era muy intenso. Hacia el sur se veía una columna gigantesca que se elevaba hacia el cielo decenas de kilómetros. El cielo estaba cargado de electricidad estática, y se veían relámpagos constantemente hendiendo el aire. La visión era dantésca. Aquello era verdaderamente el infierno en la tierra.
Era imposible seguir por aquella ruta, y además se les había agotado el agua. Mike y Lu decidieron abortar la idea de llegar al coche y desesperados montaron la tienda allí mismo. Fué una decisión muy dura pero la única que tenían fuerzas para tomar. Intentaron filtrar un poco de agua del rio a la cantimplora con un pañuelo, pero no lograron gran cosa. Se dispusieron a pasar la noche, con el miedo atenazándoles los corazones cada vez que oían los chasquidos de los relámpagos, ante la creciente posibilidad de que una chispa iniciase un incendio nocturno del que iba a ser imposible escapar. Terra no lloró, nadie lloró esa noche. Mike y Lu intentaron toda la noche animar a su hija de 4 años con creciente preocupación, Bonney parecía haberse sumido en un estado de shock...
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El 18 de Mayo, hace 28 años el Monte Saint Helens, un estratovolcan situado a 158 kilómetros al sureste de Seattle entro en erupción.
Dicha erupción volcánica fue la más mortífera y económicamente destructora en la historia de los EE.UU. Una gigantesca explosión con una energía equivalente a 500 bombas nucleares arrancó buena parte de la cumbre, reduciéndola en 4oo metros desde los 2.950 originales, y reemplazándola con un cráter en forma de herradura de 1,5 km de ancho. La masiva avalancha de escombros que sobrevino fue de hasta 2,3 km3 en volumen, convirtiéndola en la mayor en la historia registrada.
La familia Moore se salvó por que el Pico Minnie y el Monte Black actuaron de pantallas frente a la nube piroplástica, pero 57 personas murieron por la erupción, así como miles de animales, muchos de ellos muy cerca de donde ellos habían acampado. Green River Valley se encontraba 2 valles más allá del Monte St. Helens, a más de 20 kilómetros, y la zona estába fuera del límite acordonado por las autoridades ante un posible erupción del activo volcan. Era un lugar razonablemente seguro.
Mike y su familia consiguieron sobrevivir a la noche y al día siguente encontraron un riachuelo con agua lo suficientemente limpia como para prepararse una comida y saciar su sed. Por la tarde del segundo día, 3o horas después de la explosión fueron rescatados por un helicoptero.
Os recomiendo el siguiente artículo de la wiki sobre la erupción de 1980, es muy interesante y bastante bueno.
El mismo día, 18 de mayo, pero 28 años después Rebeca y yo estuvimos presentándole nuestros respetos al ahora aparentemente dormido volcán.
La galería de fotos aquí.