2009/12/14

Desvaneciéndome

A partir de que punto uno debe dejar de sentirse un "desplazado trabajando en el extranjero" y debe empezar a sentirse "inmigrante"? una pregunta extraña probablemente para muchos de vosotros. Algunos por que seguís viviendo en España, otros porque vinisteis a vivir a Estados Unidos con todas sus consecuencias desde el principio, y la condición de inmigrante fue un hecho automático.

La naturaleza transitoria e incierta de mi llegada a este país, su claro carácter temporal, creó desde el principio una situación muy diferente a la de otra gente con la que tengo el gusto de compartir experiencias por aquí (me refiero a mis queridos amigos cuyas pasión por sus blogs y por contar sus vivencias lejos de casa nos une).

Tres años después mi estancia en este país sigue ligada a las intenciones de la empresa que aquí me mantiene, y mis condiciones particulares son, si bien cada vez peores, decentes. Pero sobre todo mi estancia en Estados Unidos sigue sin depender de mí. Mi visado está ligado a mi empresa y si se acaba, o si ellos así lo deciden, yo me marcho.

Se hace francamente difícil sacarse de encima la sensación de ser un trabajador desplazado en el extranjero con esta premisa. Pase el tiempo que pase. También evita enfrentarse con un pensamiento muy serio, el de "quiero realmente ser inmigrante en Estados Unidos?". Conlleva más de lo que parece esa pregunta. Y si no preguntadles a los otros españoles afincados aquí.

Sea como fuere las circunstancias del trabajo me han mantenido alejado de España un año y medio esta vez. Estar lejos de donde están los tuyos si que es algo que comparto con los demás inmigrantes. Nunca había estado tanto tiempo fuera de la madre patria ni lejos de mi gente.

En este periodo temporal han acontecido sucesos (o han sucedido acontecimientos?) que a uno le hacen pensar. Incluso aquellos que no sabes dan que pensar, precisamente por que los desconoces.

Mi yayo y mi yaya, allá en Barcelona, han muerto durante este tiempo, y yo ni siquiera pude despedirme de ellos más que de pensamiento después de digerir la llamada de su hijo (mi padre) una vez ocurrido. Mi abuela en Madrid ha pasado por una operación de corazón, mi hermano una de nariz, mi madre ha cambiado de trabajo, mi padre y mi tío se han jubilado, mi primo me ha suplantado en uno de mis sueños (se fue de viaje por el Tíbet)...

"Si no hay noticias es que todo va bien" es más que una sentencia un acuerdo tácito familiar que, visto mi carácter olvidadizo y descastado, me hace la vida más fácil. Pero que tiene un precio muy evidente también.

Mi hermano pequeño cumplió 16, y de nuevo se me olvidó felicitarle, lo que verdaderamente duele es que no le he visto desde que tenía 14, y que ni siquiera se si se ha echado novia...

Guardo mucha gente dentro de mí. Me acuerdo mucho de ellos aunque no les diga nada, no les llame o les escriba. Con algunos de ellos compartí mi juventud y mi adolescencia, con todo lo bueno y lo malo. Éramos uña y carne. Tengo esperanzas de verlos estas navidades y de sentir una vez más de que no importa cuanto tiempo haga que nos vemos, que todavía nos queremos y que el tiempo y la distancia no nos han convertido en unos extraños.

Añoro la gente del club de pintura y los buenos tiempos de risas y fiestas, añoro a los antiguos compañeros de trabajo y las tardes de charla y de cine. La gente del buceo, el centro de Mazarrón y los viajes por el mundo, compartiendo momentos mágicos sobre y bajo el agua...

Lo cierto es, que se tan poco todos ellos... no se como les va, si siguen con la misma pareja, si han perdido el trabajo, si se han comprado una casa o en qué sitios del mundo han estado, lo que han visto o vivido... no se prácticamente nada.

Si entendemos la comunicación como algo bidireccional y esta no sucede, quiero creer que lo mismo que me pasa a mi les pasa a todos. Nunca encontramos el momento justo de escribir o de llamar, nos da pereza, estamos ocupados, no nos acordamos en el momento apropiado.

"Si no hay noticias es que todo va bien"

La vida continúa y ya nada será igual que antes, me he perdido muchos momentos con toda la gente que me importa, momentos que jamás volverán y que pasito a pasito, agrandan la distancia entre ellos y yo. Y lo hago por tener una vida mejor con mi pareja y una solvencia económica que si lo pienso fríamente me hace sentir como una puta, vendiendo mi vida por dinero.

Me cuesta ser sincero. Me pregunto que pasaría si ganara aquí el mismo dinero que en España, o siendo más positivos, si ganara el mismo dinero en España que el que gano aquí, si estaría entonces en Estados Unidos.

De no volver jamás echaría de menos Seattle y el Northwest terriblemente. Es un sitio donde de verdad me gusta vivir, pero soy consciente de que también es por que mi nivel económico me permite disfrutar sin problemas o agobios del sitio. Si en España pudiera vivir igual en vez de sentirme atrapado y sin futuro mi percepción cambiaría bastante de seguro.

Pero eso es lo que no hago precisamente: preguntarme. No pensar en ello, concentrarme en disfrutar y simplemente vivir lo que tengo delante ayuda.

Mientras tanto, me siento desvanecer de la vida de los demás.

Si a pesar del coste emocional sigo adelante será por que compensa.

La vida sigue.

Y "Si no hay noticias es que todo va bien".


Self-Portrait No.11