2009/06/21

Soplan Aires de Cambio

Hace exactamente un mes y un día que escribí mi última entrada en el blog. Muchos de vosotros estarán un poco aburridos de leer eso de "momento gayer..." en la cabecera del blog o en el lector de feeds. A veces pienso que igual me granjeo las enemistades de la comunidad homosexual con estas chorradas que suelto, otras veces pienso que se lo tomarán como la broma que es. Aunque si de verdad me paro a pensar, cierto es que si yo fuera uno de ellos a estas alturas estaría más que harto de tanta bromita a costa de los gays y tanto graciosín que recurre a lo de siempre para compensar su falta de ingenio. Qué le vamos a hacer, es como los chistes de pedos, casí siempre funcionan.

Por casualidad o fortuna, la comunidad de luchadores de artes marciales mixtas de la zona tampoco leyeron el artículo. De ellos me espero menos comprensión y métodos más expeditivos y dolorosos para ponerme en mi sitio. Los peores que se me ocurren igual no me permiten sentarme en una semana y me ponen en mi sitio pero de pie. Y eso me jodería que cansa mucho. Así que he decidido dejar de jugarme el trasero y ver si recupero mi ritmo habitual de entradas y en poco tiempo sepulto el articulo en los anales del blog.

Qué socorrido y fácil lo de los gays, os dais cuenta?

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Este último mes me ha tenido bastante ocupado. Ha habido movimientos importantes en el trabajo y además conseguí cogerme unos cuantos días de vacaciones que empleé para volver a hacer un roadtrip con mi niña Rebeca por el Sur de Utah, y ver unas cuantas maravillas que nos dejamos en el que realizamos en agosto del año pasado.

Por desgracia una de las expectativas del viaje era desconectar del trabajo y sus problemas, y debo decir que al menos en ese sentido el viaje fracasó estrepitosamente. En lo demás, sin ser redondo por que el tiempo nos jugó malas pasadas algunos días, estuvo francamente bien y Rebe y yo disfrutamos mucho viendo sitios totalmente alucinantes (o sea) y tomándonos el tiempo que merecían para hacer hikings (rutas) y dormir dentro de ellos en campgrounds (campamentos).

Viendo las fotos ahora en casa uno casi se siente preso en uno de esos típicos powerpoints que todos hemos recibido en nuestros correos alguna vez llenos de imágenes de formaciones de piedra increíbles, cañones cuyas paredes parecen un mar de olas fosilizadas, chorros de luz, arcos enormes que se abren como ventanas y permiten ver bastos paisajes detrás, agujas de roca de centenares de metros de altura, mesetas y cañones que se extienden más allá de la linea del horizonte, más altos y más profundos de lo que la percepción nos permite adivinar, y amaneceres y atardeceres de rojos y naranjas y ominosos cielos tormentosos.

Poca gente en España somos conscientes de que la mayoría de estas fotos provienen de la franja de tierra que se extiende de los Estados de Nevada a Colorado, en la frontera entre el Sur del Estado de Utah y el norte de Arizona. Un sitio de la tierra único e increíble como pocos, vasto e inhospito, donde todavía es posible adentrarse y perder todo contacto con la civilización. Es el hogar del Gran Cañon del Colorado (o simplemente, el Gran Canón) que acapara toda la atención de la zona de manera injusta. Espero poder sacar el tiempo suficiente en las turbulentas semanas que vienen a partir de ahora para ir discriminando y ordenando las fotos y así poder subirlas a galerías de flickr.

En cuanto a lo del trabajo y los movimientos, cambios y demás, pues también os iré contando en los próximos días. Todo ello merece posts aparte creedme. Para hacerlo un poco más interesante, tan sólo os adelantaré hoy una cosa:

Mi trabajo en Boeing termina el 30 de junio, dentro de unos escasos 9 días. Como ya imaginaréis mi estancia en Seattle está totalmente ligada al trabajo que aquí desempeño (es lo que tiene no haber sido capaz de vivir del cuento todavía), así que el 1 de julio, Rebeca y yo cogeremos un avión al que a partir de entonces va a ser nuestro nuevo destino.

Y ojalá fuera tan fácil hacerlo como ha sido escribirlo.