2007/12/18

Reflexión

Con el tiempo y la actitud adecuada descubrimos que efectivamente donde uno vive es su hogar. Que todos los sitios tienen sus cosas buenas (y eventualmente malas) que aportar, y que a las cosas buenas de sitios pasados las echaremos de menos mientras disfrutamos de las actuales y las malas quedaran en el recuerdo trascendidas por las malas de los tiempos presentes.

A veces los nuevos sitios nos lo ponen difícil, es algo que tiene que ver con cómo es el sitio y cuáles son nuestras preferencias y gustos personales. No ha sido el caso del estado de Washington conmigo. Un estado que me da que si no fuera por la cerrazón del gobierno central sería bastante más cosmopolita, parecido a la Columbia Británica en Canada quizá. Es eso y no un tiempo más seco y cálido lo que más echo en falta acostumbrado a vivir en sitios como Madrid o (más patente aún) Barcelona.

Estamos en una de las joyas de la corona de los Estados Unidos, Washington tiene uno de los mayores niveles de renta per cápita y de educación, y es considerado como uno de los estados que gozan de mayor calidad de vida (y uno de los más caros también!). Washington es como si pasáramos la “cultura” norteamericana por un tamiz y perdiéramos gran parte de lo que de ella despreciamos: Hay armas si, pero no es un estado de vaqueros venidos a menos, la gente que gusta de estas prácticas van a galerías de tiro y en su gran mayoría practican el "noble deporte" de la caza (por cierto, mucho más regulada que en España según me han contado); son patriotas desde luego, pero en su mayoría con la moderación que da cierta cultura, y no son demasiado catetos justo por la misma razón.

Es cuanto menos curioso verme escribiendo esto, quién me lo iba a decir con los prejuicios que yo tenía contra Estados Unidos… pero no voy a defender lo que no conozco ni mucho menos, a mi me encanta Washington, me gusta Oregon y lo poco que he conocido de California y Hawaii.

Y no es menos curioso ver las vueltas que da la vida, llevo más de un año viviendo en Seattle… Seattle: una palabra que 6 meses antes de venir aquí había dicho como mucho 25 veces, siempre en la misma frase que Nirvana y que en mi imaginación era un simple espacio en blanco.

Dicen los que han visitado sus museos que no son cosa del otro mundo, sin haber visto ni uno, diría más bien que son cosa del nuevo mundo. Y es que no se puede pedir peras al olmo, Seattle, como el resto de Estados Unidos es muy muy joven comparada con nuestras ciudades. No hay prácticamente historia más atrás de un centenar de años que no sea sobre indios y colonizadores. A riesgo de parecer un burro inculto reconoceré que los museos nunca han ido mucho conmigo, a mi me atrae y aprecio más la cultura callejera, el arte que no está encerrado, la música en vivo en un bar...

No puede rivalizar con nuestras ciudades a nivel histórico eso está claro, pero tiene un "skyline" atractivo, impresionante por la noche; no puede rivalizar con nuestras ciudades a nivel de fiesta pero es un sitio muchísimo más limpio, tranquilo y civilizado. No se me malinterprete, no busco una competición entre Seattle y nuestras ciudades Españolas, quiero llegar al punto con el que iniciaba la reflexión, es un sitio distinto, con sus cosas buenas y malas que aportar, a la que con la actitud adecuada llegas a querer como hogar tuyo que es mientras estás en ella.

Lo que indiscutiblemente es Seattle es un portal para el magnífico Estado de Washington. Creo que durante el presente año esta ha sido una idea recurrente en mis entradas: A cualquier persona que le guste la naturaleza y las actividades en ella (reducido en inglés a un término notablemente utilizado aquí: “outdoors”) no puede si no caer seducido por los encantos de este rinconcito al noroeste de Estados Unidos: Bosques antiguos de árboles gigantescos, hermosas playas oceánicas deshabitadas en las que acampar, impresionantes montañas escarpadas con glaciares, islas, vida animal allá donde vayas… agua, agua y más agua, en forma de lluvia, pero también de ríos donde pescar, lagos donde hacer kayaking, mares donde navegar, nieve donde esquiar...

No quiero alargarme y ser pesado. Llevo aquí más de un año, y no se lo que la vida traerá, pero de momento tengo la firme intención de establecerme aquí algunos años más mientras esté a gusto, en este sitio de carácter sereno, lleno de cafés y de gente con portátiles navegando por el casi omnipresente wireless, de carril bici e impredecibles y hermosas puestas de sol.